¡Oh, casa con dos puertas que es la mía,
casa del corazón vasta y sombría
que he visto en el desfile de los años
llena a veces de huéspedes extraños,
y otras veces —las más—, casi vacía!...
Casa que en los risueños
instantes de la vida, miró absorta
la fila interminable de los sueños,
de arribo fácil y de estancia corta...
casa del corazón vasta y sombría
que he visto en el desfile de los años
llena a veces de huéspedes extraños,
y otras veces —las más—, casi vacía!...
Casa que en los risueños
instantes de la vida, miró absorta
la fila interminable de los sueños,
de arribo fácil y de estancia corta...
Me gusta extremadamente los colores de las fotos exteriores, del interior me encanta esa chimenea, felicidades por saber ver el últimos bellos destellos de los lugares que fueron y no serán.
ResponderEliminarHola Anónimo, si son los colores del atardecer y son calidos, gracias por la visita y el comentario, saludos
EliminarÁndese con ojo vuecé a la hora de bichear en viejos cortijos, porque no es raro que ronden por esos parajes mastines con elevadas dosis de mala leche. Suelen ser chuchos asilvestrados que teniendo cobijo en los mismos los guardan con especial celo.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Amo del castillo, si hay que ir con mucho cuidado en esos sitios, gracias por tu visita y comentario, un saludo
EliminarMuy bueno pedro!
ResponderEliminarSaludos!
Gracias Selene por la visita y el comentario, saludos
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