Los orígenes de la villa de Medellín se remontan a época
romana. Parece que fue fundada por el cónsul Quintus Caecilius Metellus Pius
unos 79 años antes de Cristo. En honor a su fundador recibirá su primera
denominación Metellinum.
En la época visigoda Medellín no perdió su antigua
importancia debido a su estratégica localización, siguiendo estando muy
influida por su cercanía a la ciudad de Mérida. De este tiempo es la necrópolis
hallada en el Turuñuelo en 1960.
Los musulmanes llegan a Medellín en el año 768, al mando de
Shaqya ben Abd Alwahid. Una vez asentados en Medellín, reconstruyen la
fortificación romana que estaba situada en la cima del cerro por considerarla
un lugar estratégico en su ocupación del territorio. Del antiguo castillo
musulmán sólo se conserva un importante aljibe de dos naves.
Cuando Alfonso IX avanza, desde Coria sobre Alcántara en
1213, la ocupación árabe recibe ayuda a las plazas de Medellín, Mérida, Badajoz
y Cáceres, aunque finalmente la victoria se decanta del lado del rey leonés.
Alfonso IX reconquista Medellín por primera vez en el 1227,
aunque dos años después vuelve a manos musulmanas, junto con Alange y Guareña.
En 1234 Fernando III lo incorpora definitivamente a Castilla, con la ayuda del
Obispo de Plasencia y "del muy esforzado y valeroso caballero don Pedro
Yáñez, sexto maestre de la Orden de Alcántara, tomándose igualmente el Castillo
de Magacela y otros del partido de la Serena.
Tras la reconquista, Medellín, integrado en la Diócesis de
Plasencia, se erige como una Comunidad de Villa y Tierra de realengo, que actúa
como territorio tapón entre La Serena, perteneciente a la Orden de Alcántara,
al Este, y las tierras adjudicadas a la Orden de Santiago, al Oeste.
Bajo dominio cristiano, Medellín debió registrar un
importante incremento demográfico, como cabe deducir de la existencia de dos
parroquias, las de Santiago y San Martín, cuyas iglesias se comienzan a
construir a mediados del siglo XIII, ambas en las laderas del Castillo, donde
entonces se concentraba la población.
Ya en el siglo XIV, Pedro I de Castilla otorgó el señorío de
la villa a su valido don Juan Alfonso de Alburquerque, a quien, sin embargo,
desposeería en 1354, destruyendo incluso su castillo, tras su caída en
desgracia.
En el siglo XV Medellín se convierte en condado, cuyo primer
titular fue don Rodrigo de Portocarrero, quien a su muerte fue sucedido por su
viuda Beatriz de Pacheco. Ésta se involucró a fondo en las luchas dinásticas de
la Guerra de Sucesión Castellana, tomando partido por la derrotada pretendiente
a la corona de Castilla, Juana la Beltraneja, lo que acarrearía, tras la
victoria de Isabel la Católica las consiguientes represalias políticas, y en
1479 el retorno de la villa a la corona de Castilla.3 En esta convulsa época se
sitúa el episodio en que Beatriz de Pacheco mantuvo encerrado durante varios
años en una mazmorra del castillo a su propio hijo, partidario de negociar con
el bando isabelino y que le disputaba la sucesión en el condado. Es fama en la
población que Calderón de la Barca pudo inspirarse en este prolongado encierro
para crear el personaje de Segismundo en La vida es sueño, pero esta hipótesis
no puede demostrarse documentalmente. Como era de imaginar, triunfadora la
reina Isabel, el pleito sucesorio se dirimió por decisión real a favor del hijo
de la condesa viuda.
Desde el castillo se divisa a sus pies la iglesia en donde fue bautizado Hernán Cortés, en estado de abandono
Aljibe de dos naves de origen musulmán que se conserva actualmente
Circo romano a los pies del Castillo